sábado, 28 de diciembre de 2013

PSIKO-BAIKOR OS DESEA FELICES FIESTAS



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"PODEMOS USAR LA PREOCUPACIÓN DE FORMA POSITIVA", ENTREVISTA A JESÚS MUÑOZ DE PSIKO-BAIKOR

EL PSICÓLOGO JESÚS MUÑOZ DE ANA IMPARTIÓ EL 25 DE NOVIEMBRE EN LA CASA DE CULTURA TOMASENE DE ALTZA UNA CHARLA CON EL TÍTULO “¿TE PREOCUPAS O TE OCUPAS?”. EN HIRIAN NOS HEMOS OCUPADO DE HABLAR CON ÉL AL RESPECTO. SIN PREOCUPACIONES.
POR ÓSCAR PICAZO
El programa Plus 55 de Donostia promueve muchas y muy variadas actividades. Se organizan cursillos, bailes, yoga, manualidades, excursiones o conferencias. A finales de noviembre, el psicólogo Jesús Muñoz de Ana desarrolló una conferencia con el curioso título de “¿Te preocupas o te ocupas?”.  El objetivo era enseñar a afrontar los problemas y conflictos de la vida cotidiana de manera más saludable, para «vivir ocupándonos tratando de no sufrir preocupándonos».
 
Vaya título el de la charla… ¿te preocupas o te ocupas?  En general, ¿qué es lo que más hacemos?
Si la preocupación se define como el sentimiento de inquietud, temor o intranquilidad que se tiene por una persona, una cosa o una situación determinada, en general este sentimiento está más presente que la ocupación. Podemos considerar ambos como un continuo del mismo camino, que se ha de recorrer y en el que se puede aprender para vivir más sanamente.

Habrá quien no haga una cosa ni la otra ¿no?
Dentro de ese continuo, las personas nos movemos en un modo u otro con más o menos dificultad. Yo diría que no solo nos preocupamos o nos ocupamos, sino que, dependiendo de la situación o del momento vital en el que estemos, aunque nuestra tendencia puede ser en uno u otro sentido, podemos mejorar y utilizar lo mejor de ambos.

¿Verdaderamente se puede aprender a cambiar el modo de afrontar las cosas que nos preocupan, o esto es un trabajo constante? 
Es un trabajo constante que genera cambios en la forma de ver, escuchar y sentir el mundo; y con mundo me refiero a mi vida cotidiana, a mí mismo y con quien comparto esa vida. Yo creo que sí se puede hacer ese cambio. Claro que, a cada uno le costará más o menos, y tendrá que hacer un tipo de trabajo u otro para lograrlo; quizás vivir otras experiencias distintas a las vividas…Ese cambio se produce muchas veces de manera natural, otras veces hace falta poner más de nuestra parte, claro está, siendo quienes somos y siendo conscientes de quién podemos ser. Si la propia preocupación me “preocupa”, quizás es bueno pararse un poco y revisar cómo me afecta y desde ahí avanzar para que eso cambie.

¿Podría explicarnos alguna técnica, si es que las hay? Habrá muchos lectores que necesiten “preocuparse mejor”.
Más que una técnica en sí, hay algunos elementos que ayudan a reducir la ansiedad de la preocupación, como pueden ser, por un lado, la aceptación de la incertidumbre, de que hay cosas que no podemos controlar. La actitud ante lo que no puedo controlar es lo que sí puedo elegir, cómo lo miro, cómo lo afronto… Eso sería un segundo elemento. También es mejor que decirse «no me preocuparé jamás» ponerse un tiempo para preocuparse, centrarlo en un momento del día, pero nunca antes de ir a la cama. Igualmente, si mis pensamientos son muy negativos, preguntarme hasta qué punto son realidad, cuestionarlos, etc. Y por último, cuidarme y relajarme… Entender y buscar qué me relaja, qué me ayuda a estar en calma o a gusto conmigo.

Dentro de los temas de preocupación que le exponen, ¿cuáles son los más recurrentes? 
Muchas de las preocupaciones que me exponen tienen que ver con la salud-enfermedad, con los hijos/as, con el futuro, el trabajo etc. Muy variado, único y personal.

Me acuerdo de ese proverbio que dice “si tu mal tiene remedio, ¿de quÉ te afliges?. y si no lo tiene… ¿de qué te afliges?”. Desde esa óptica, el preocuparse por las cosas no parece ser muy útil… ¿qué opina?
La preocupación tiene un sentido positivo que se puede aprovechar. Si me preocupo por algo, puedo ejercer mi responsabilidad sobre ello, desde ahí buscar y encontrar la mejor manera de solucionarlo y a su vez evitar y/o prevenir grandes dificultades, conflictos o peligros.  La cuestión es que, a veces, gastamos tanta energía en la preocupación que nos impide vivir el presente, y nos inmoviliza, no avanzamos, nos quedamos ahí; entonces se convierte en algo inútil.

La charla fue organizada por Plus 55… ¿Los mayores se preocupan más? ¿Se ocupan más que los jóvenes quizá? 
La edad va a contribuir mediante las experiencias vitales a conformar una tendencia en cuanto a preocuparse-ocuparse. En la juventud y la edad adulta las preocupaciones son distintas. Si de jóvenes aprendemos un buen modo de usar nuestra preocupación para ocuparnos de lo que sucede, nos ayudará a crecer mejor.

¿Cree que se debería enseñar algo parecido en las escuelas?
Sí, completamente. Es la asignatura pendiente. Una parte esencial del aprendizaje es el quién soy y cómo vivo las cosas que me suceden. Ahí entran la pre y la ocupación. Si alguien enseñase al niño, al joven a comprender sus emociones y expresarlas, a conocer sus preocupaciones, el modo en que lo hace, y cómo canalizarlas mejor, facilitaría su vida adulta en gran medida. Esto no significa evitar el dolor o el sufrimiento, que son elementos que nos causan preocupación, sino precisamente comprender que están ahí, que forman parte de uno y afrontarlos así de la mejor manera.

Pone usted el acento en «la forma de ver el preocuparse, para cambiar la forma de hacer el ocuparse»… 
Se trata de trabajar sobre el cómo me preocupo respecto a lo que me sucede. Al mirarme, sin juzgarme, aceptando cómo lo hago, puedo aprender y hacerlo más sanamente. Usar mi preocupación de manera positiva, sin que me paralice y pueda ocuparme de manera adecuada de la situación. Nadie dice que sea fácil; es un proceso, un camino que se puede recorrer.